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miércoles, 24 de febrero de 2010

SIN PILOTO DE TORMENTA

(Publicado en Página/12, el 22 de febrero de 2010, bajo el título "Esta vez el agua no baja":
www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/subnotas/140769-45334-2010-02-22.html

"La otra tarde vi llover
vi gente correr
y no estabas tú."

Esta vez el agua no baja. El ambiguo privilegio que me brinda mi ventana en el séptimo piso me permite comprobarlo. Hace más de una hora que dejó de llover, pero los setenta centímetros de agua acumulados sobre mi calle, en el barrio de La Paternal, permanecen imperturbables. Es inédito. Vivo aquí desde 1999. He visto inundada esta cuadra varias decenas de veces. Pero siempre, cuando para de llover, el agua empieza a bajar. Lentamente, pero baja. Nunca, como en este verano de 2010, exhibió rostro tan hostil el agua que hoy gobierna mi calle.

Prendo la televisión, aprovechando que la empresa que me vende la luz todavía sigue prestando servicio. “Canal 26” me muestra postales escalofriantes del barrio de Palermo. “Crónica TV” me informa sobre los cortes de luz e inundaciones que, por segunda vez en cuatro días, deterioran seriamente la vida en la ciudad. “Canal 9” me ofrece imágenes de hogares porteños a partir de las cuales concluyo que mi situación no es tan grave. “C5N” me recuerda que no funcionan las líneas de subte y recalca el pedido de no sacar la basura. “Canal 13”, por lo general tan solícito a la hora de reseñar el espanto, ha decidido poner en pantalla una película.

Curioso. Cae la tarde de un día laboral, en una jornada muy especialmente noticiable (de ésas que imponen permanentes flashes informativos incluso en los canales no destinados a noticias), y “La Tele” entiende que es buen momento para homenajear el humor del viejo cine argentino. De tal modo que ya no veo gente desesperada, automóviles apilados, ciudadanos iracundos, vecinos peleando a baldazos los estragos de una Buenos Aires que ‘iba a estar buena’, sino las desopilantes peripecias del Negro Olmedo y el Gordo Porcel intentando, con escaso éxito y desafortunadas consecuencias, jugar un partido de básquet. Dentro del film, las imágenes del juego son alternadas con planos de la tribuna, en donde las protagonistas femeninas (Luisa Albinoni y la siempre muy bella Susana Traverso), testigos sonrientes del desbarajuste, observan impasibles el modo en que se despliega, en la cancha, la probada inoperancia de sus pretendidos.


2 comentarios:

  1. Marcelo: Suerte la tuya de vivir mirando las flores crecer desde arriba (ahora que lo pienso, las flores...crecen?). No olvides que Mauri quiere que Bs. As. "esté buena", y eso implica una redistribución del hedonismo: quien no puede disfrutar de unas vacaciones en la costa o pagar una tarde en alguna pileta de la costanera, bien puede disfrutar de las playitas improvisdas del jefe de gobierno, a la que, para intensificar el efecto de realidad, ahora se les sumó su correspondiente mar. Y es que....dónde se ha visto una playa sin mar!
    Ah, me faltó presentarme: me llamo daniel, tengo 27 años, egresado en derecho por la uba, (nunca me interesó mucho ponerme un traje y la trabita en la corbata) donde lurgo empecé letras (tuve de profesores a link y a kohan)y el año pasado ,por cuestiones laborales y distanciales (vivo en lanus),me cambié a la de lomas. Fui alumno tuyo el año pasado en Problématica.
    En fin, debo decirte algo que me parece que corresponde decir: sos un tipo muy inteligente, sabés explicar, sabes llevar una clase sin faltarle el respeto a los alumnos. No solo faltan mas docente como vos, sino que además, me parece, falta un replanteo a la hora de evaluar a los alumnos. Es decir, no me gusta la forma de evaluar que busca "el efecto rebote": que los alunnos devuelvan en las instancias evaluatorias los contenidos estudiados de los libros y las clases. Está claro que toda formación implica el manejo de contenidos mínimos pero la pregunta es...se puede articular alguna instancia evaluadora en la que además de demostrar el manejo de contenidos mínimos el alumno pueda, de algún modo, inscribir su propia subjetividad en esos conocimientos que está demostrando frente al docente? No lo sé. Supongo que se tendría que pensar alternativas en cada materia, en cada cátedra, si es que esto en posible en los años iniciales, donde, claro, la subjetividad post-secundario es, por lo general, bastante pobre.
    saludos
    Daniel

    pd: disculpas por la digresión temática con repecto a tu post.

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  2. la mar en coche

    vivo en uno de esos barrios bien "barrio", con algunas calles de tierra, como la mía,
    resoplando entre lo polvoriento y la modernidad, pero que nunca me ha dejado varada o a mal traer por la lluvia.

    trabajo en el benemérito centro de la ciudad de Lomas de Zamora, a pasos de la avenida Pavón, o Yrigoyen,
    que une el trágico Puente Pueyrredón con lugares "recónditos" como Glew, Guernica y Alejandro Korn.

    Y ahí sí, un kayak, canoa o balsa vendría bárbaro para poder desplazarse en los días de abundante lluvia.

    Los pies hundidos en el agua hasta los tobillos esquivando bocas de tormenta, insulsas, inútiles y peligrosas.

    Los edificios cual conejos van poblando la ciudad y oscureciendo día a día las veredas.

    Las cloacas no dan abasto, tampoco los sistemas de desagüe, pero - pasen y vean - (o bien, "pasen y compren")
    el área de las "Lomitas" brilla por su glamour,urbe impertérrita entre las otras mugrientas ciudades del conurbano.

    Y mi Monte Grande... lo mismo.
    Doce cuadras a la redonda es cloacas, asfalto, luminarias, la flamante plaza Mitre al estilo Hollywood
    con sus millones de reflectores en época de ahorro energético, sus bancos, sus juegos nuevos de madera reluciente.

    Y ojo, no soy una abuela añorando las épocas de casas bajas y vecindarios mínimos. Gambeteo los treinta y veo los avances
    - que no son pocos y - que embellecen a la par que modernizan nuestras ciudades-pueblo o pueblo-ciudades.

    La cosa es que sí, para arriba mucho edificio, mucho complejo, mucho spa con jardín de invierno climatizado. Pero, desde abajo, por estas latitudes, emana un aroma que no es de rosas.

    Pero no entendés, muchachita, es que eso no se ve. Se huele un poco, sí, pero lo gente va tan apurada y - de todos modos - nuestros sentidos están ya tan contaminados por olores a un millón de otras cosas, que eso es lo de menos. Pintá la fachada con el color de la felicidad (ja, qué recuerdo de la infancia) y todo lo demás, a los caños. Sí, sí. A los caños. Eso, eso.

    Por acá también tenemos nuestro PRO-greso. Y huele, más o menos, a lo mismo. Pero como nuestra estirpe suburbana importa un poquitito menos, la información que circula no es tan pormenorizada.

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