Uno
de los principales ingredientes de la receta democrática es la existencia de
una prensa opositora. De hecho, el ejercicio de la ciudadanía se ve debilitado
si la voz oficial no recibe el necesario contrapeso de voces disonantes; voces
que señalen medidas de gobierno eventualmente improcedentes, que adviertan
posibles rumbos esquivos de una gestión, que colaboren en la tarea de corregirlos.
No obstante, en la Argentina ,
bajo el rótulo habilitante de “prensa opositora”, hoy se incluyen emprendimientos
mediáticos a los que resulta poco atinado atribuir tan saludable designación.
Cierta idealidad
reclamaría, tal vez, que el periodismo de oposición denuncie los ‘equívocos’ y
reconozca los ‘aciertos’ de los funcionarios del Estado. Sin embargo, sabido es
que la pretensión de idealidad conduce al desencanto; y que, en el mejor de los
casos, las prensas opositoras del mundo denuncian con fervor los equívocos
pero, en general, callan o minimizan los aciertos.
Sobre
este punto, hoy la Argentina
ofrece un escenario vistoso, a su modo patético, del que cabría rastrear en qué
medida se registran antecedentes en la prensa de otras latitudes. Por cierto, no
estará aportando un gran hallazgo quien afirme que, en nuestro país, una de las
principales voces disonantes la emite hoy el diario “Clarín”. No obstante, la
muy rudimentaria vocación profesional que alienta por estos tiempos la
actividad periodística de este matutino dificulta otorgarle el digno rótulo de
“prensa opositora”. Para ello sería necesario, por lo pronto, que dicho medio
gráfico —autoproclamado como “el gran diario argentino”— no reduzca su labor,
de modo sistemático, a la dificultosa actividad argumentativa de presentar como
un desacierto cualquier medida que
adopte el actual gobierno constitucional; ni se entregue, una y otra vez, al
turbio arte de responsabilizar al Ejecutivo por toda desgracia individual o
tragedia colectiva que, con esmero y delectación, el diario pueda lucir en su
portada.
Quien
escribe estas líneas jamás pisó una redacción. Desconoce, por ejemplo, el modo
en que se resuelve el tratamiento que se le dará a los ‘datos’ sobre los que se
construirá la noticia. Le consta, en todo caso —entre múltiples ejemplos que se
podrían postular—, que una fría tarde de julio de 2012 en la redacción de
“Clarín” se tomó conocimiento de que el gobierno nacional destinaría $ 800.000.000
para mejoras efectivas en el Ferrocarril Sarmiento; anuncio a partir del cual
se iniciaría, por fin, un proyecto de obra que —históricamente reclamado por la
ciudadanía— lleva décadas de sucesivas postergaciones bajo gobiernos de todos
los signos políticos que condujeron este país. De hecho, hace algunos meses, cuando
se produjo la llamada “tragedia de Once”, durante varios días “Clarín” demandó airadamente
al gobierno nacional medidas para mejorar la calidad del servicio ferroviario.
Sin
embargo, tras tomar conocimiento de semejante anuncio por parte del Ejecutivo (y
al cabo de —suponemos— alguna inefable y desopilante reunión de sus más
distinguidos profesionales del periodismo independiente), “Clarín” resolvió
informar, como titular de tapa, la siguiente noticia: NO CIRCULARÁ POR LA NOCHE NI
LOS DOMINGOS EL TREN SARMIENTO.
Y
aquí aflora el concepto que da título a esta nota. Porque ya no se trata tanto
de que “Clarín” mienta. O, en todo caso, no es eso lo más grave en este punto.
“Clarín” no miente. “Clarín” subestima.
Subestima
a sus lectores; y, con ellos, a una gran parte de la sociedad argentina. ¿Podría
acaso sostenerse, con un poquito de honestidad intelectual, que la decisión de
informar los ‘hechos’ de esa manera no constituye poco menos que una burla?
Elocuente y lamentablemente,
advertimos que la designación de “prensa opositora” le queda grande a este matutino
cuyo nombre evoca ese instrumento musical de pletórica estridencia, de
inevitables resonancias castrenses, de poderoso sonido que se propaga con
inclemente amplificación, al amanecer, procurando interrumpir el sueño de los
que —con aciertos y con equívocos, claro— se entregan diariamente a la gratificante
tarea de construir una Argentina mejor.